Se dice que a pesar de estar fundamentado en concepciones teocéntricas, el islamismo ha ido adecuándose a la modernización sin perder la identidad y autenticidad que caracteriza a la religión, que por más de un siglo se encontró obstaculizada por la alineación política y cultural, consecuencias de la colonización. El mundo musulmán, con su rechazo a la modernidad, cada vez más, coloca como un acto favorable el regreso al islam, y así, recuperar su lacerada subjetividad, lo que significa que se regresaría a lo religioso.
En realidad el islamismo no prueba la ausencia de las secuelas o el rechazo de la modernidad, cómo tampoco demuestra un retorno a la autenticidad, y, la identidad, en lugar de constituir una autenticidad o de fundirse en un patrimonio cultural inmutable, es una categoría sociohistórica que se determina en relación al otro, cambiando el contenido y las referencias en función del cambio o de la multiplicación de las líneas de enfrentamiento.
El retorno al islamismo se puede sospechar un deseo de autenticidad y cierta nostalgia del pasado, pero no es esto lo importante. El vector real de la vida cultural en las sociedades musulmanas, como en todas las sociedades, es la aspiración a la modernidad como lo único susceptible de fundar una acción política eficaz. La verdadera identidad que buscan tanto los partidarios del islamismo como los de otras corrientes ideológicas es la Contemporaneidad: la validación de sus esfuerzos en una temporalidad que se impone, independientemente de cualquier acto de subjetividad.
Problema que se nos plantea no es explicar, a la manera de los reformadores de finales del siglo XIX, por qué el pensamiento musulmán no se ha renovado, sino saber por qué una gran parte de la opinión musulmana tiende a rechazar, un siglo más tarde, los espectaculares logros que los musulmanes han conseguido, por sí mismos, en este último siglo. ¿Se trata del retorno del espectro islámico y del resurgimiento de un tradicionalismo religioso jamás vencido, o se trata de la reacción ideológica a un fracaso histórico, explicable políticamente? la cuestión concierne menos al Corán o a la estructura dogmática del Islam, que a las sociedades musulmanas y a las condiciones de su evolución en el siglo XX; el problema que se plantea no es el del pensamiento religioso, que se ha encontrado, es el del modernismo o del pensamiento moderno que rige el destino de estas sociedades desde hace dos siglos.
Sin hablar de la vida espiritual y religiosa en sentido estricto, la religión dominaba a las sociedades musulmanas, del Islam dependía la constitución de los elementos necesarios a la organización social; cuadros institucionales, conceptos y valores. Tanto la educación como la formación científica, tanto el funcionamiento del sistema judicial como la legitimación del poder y de la política, tanto la organización de las redes de intercambios comerciales como las comunicaciones culturales entre sociedades muy alejadas, tanto la formalización de relaciones intercomunitarias como las relaciones con el exterior, formaban parte de sus prerrogativas.
Con un reformismo islámico se constituyó la primera versión de la fecundación del patrimonio juridicoteológico musulmán, esto por el racionalismo moderno. Frente a una visión fatalista, nacida de la unión de un formalismo jurídico estéril y de un misticismo confusionista, que domina la anterior fase del pensamiento musulmán, la ideología modernista afirma la primacía de la razón y de la interpretación tradicional de los textos sagrados. Yendo más allá de las escuelas jurídicas y místicas dominantes, el reformismo islámico anuncia el retorno a las fuentes de la fe, el Corán y el Hadiz, y rehabilita el concepto de iytihad o esfuerzo de interpretación personal y racional.
Es por ello que se propició un cambio notable en la identidad, la actitud de ideólogos; nacionalistas, socialistas o teocéntricos, y dicen los negadores de la identidad, que, todas las culturas están hechas de múltiples fuentes y "genealogías fundadoras", todas son compuestas. La pretensión de unidad que supone la noción de identidad disimula la voluntad de negar la diversidad e imponer la homogeneidad. Se inscribe directamente en el proceso de dominación de una comunidad sobre otra.
Respecto a esto, yo considero que la identidad es de índole histórica y cambiante, ya que en ella convergen multiples factores; presentes y pasados, modificándose a la lar que los elementos que la conforman. Dicha identidad se forja dentro de grupos y condiciones determinados social e históricamente, definiéndose en relación al entorno en que se desenvuelve, mediante el sentido común, abriendo paso a un camino de diversidad.
Y es difícil hablar de la diversidad, pues implica el suponer la multiplicidad de las cosas, incluyendo las identidades; crear una noción de diversidad, es mover las bases de la identificación, es decir, la modificación de los criterios que se ha ido formando conforme a las experiencias. Pero también, es inaceptable la negación de la diversidad de etnias, que constituyen una comunidad y a su vez, integran una identidad social, cultural, económica y política; más no es una cuestión hereditaria de etnia a etnia, con la intención de conservarse intacta desde su creación.
Es entonces cuando se concibe al islamismo como la sustitución de una identidad política, mediante la manutención una estrecha relación con el modernismo, pero del que se habla hasta, poco antes de la revolución islámica de 1979 en Irán, causando la rápida desaparición de iluciones de transformación democrática pluralista; debido al fracaso de la alianza se los laico y los religiosos reformistas que abolieron la monarquía.
Por lo que concluyo en que la hipótesis de que el mundo musulmán se ha estancado debido al retorno del islam como una religión, es falsa, pues a pesar del rechazo, o la aceptación hacia el modernismo, el islam como religión siempre ha estado presente en el mundo musulmán, sufriendo sólo modificaciones propiciadas por las necesidades y/o demandas surgieron y seguirán surgiendo a los islamistas, que profesan una apabullante fe, manifiesta desde el nacimiento hasta el día de la muerte, gracias a la oración, pues es una tradición el susurrar frases del Corán al oído de recién nacidos y moribundos.
Es tan ciega la fe que ha provocado que los fieles, dejen de serlo, y se vuelvan fanáticos, que en el mundo ahora se conocen como terroristas.
Bibliografía
http://www.portalplanetasedna.com.ar/musulmana.htm. (s.f.). http://www.portalplanetasedna.com.ar. Recuperado el 13 de 12 de 2010, de http://www.portalplanetasedna.com.ar/musulmana.htm
Alicia Ibarra Enríquez
El mundo musulmán y los islamistas, de lo religioso a lo geopolítico
lunes, 13 de diciembre de 2010
Publicado por Dos mundos. Periodismo en 10:08:00 p. m.
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